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Los árboles de hoja perenne o perennifolios son aquellos que viven año tras año. Por lo general las raíces de estos árboles permanecen durante el invierno, mientras que sus hojas y sus flores se desprenden parcialmente, apareciendo de nuevo cada primavera. En contraste con un árbol anual o bienal, estos árboles viven en condiciones normales, de varias a muchas estaciones.
En los árboles de hoja perenne, diferentes partes descansan en diferentes momentos y reanudan el crecimiento de manera independiente. Se distinguen de los caducifolios por mostrar un follaje verde todo el año (incluso en periodo de reposo vegetativo), por lo cual su copa nunca se ve desprovista de hojas.
Algunos árboles de hoja perenne pueden superar los 30 metros de altura. Por lo general, son especies dioicas y dependiendo de la especie pueden ser de crecimiento rápido o lento.
Los árboles de hoja perenne viven por muchos años y las especies suelen variar en cuanto a forma, tamaño, hábitos y requerimientos.
Algo que caracteriza a los árboles perennifolios, es su sistema de raíces, el cual es profundo y de gran extensión. Los troncos aparte de ser gruesos y estriados pueden presentar formas curvas.
Forma de las hojas
Este tipo de árbol se caracteriza sobre todo por la forma de sus hojas, las cuales pueden clasificarse como anchas y amplias, o largas y estrechas en forma de agujas (puntiagudas o aciculares).
Los de hoja ancha suelen encontrarse en zonas tropicales o ecuatoriales de climas cálidos y precipitaciones frecuentes, mientras que los de hojas puntiagudas crecen en zonas de estaciones frías.
Un grupo muy popular dentro del grupo de árboles que presenta hojas puntiagudas son los árboles de coníferas, cuyas hojas son coriáceas y cubiertas con una resina. A diferencia de los árboles de hoja caduca, los perennifolios no muestran cambios de colores llamativos en el follaje y el periodo de recambio de las hojas es muy largo llegando a superar en algunos casos los 17 años.
Distribución de los árboles de hoja perenne
Algunas especies de árboles de hoja perenne son endémicas de zonas tropicales y ecuatoriales, mientras que otras crecen muy bien en las zonas más frías de Asia, América y Europa.
Usos de los árboles de hoja perenne
La plantación de árboles de hoja perenne puede tener distintos propósitos como, atraer vida salvaje y proveer hábitat a insectos beneficiosos (por ejemplo polinizadores), producción de alimento (árboles frutales, hierbas, vinos, etc.), usos medicinales (té, tintes, bálsamos), uso ornamental o decorativo y para lograr un equilibrio entre la producción y la regulación del sistema ecológico.
Cultivo
El tipo de suelo es muy importante para el crecimiento y desarrollo de árboles de hoja perenne. Pocos ejemplares pueden sobrevivir más de un año si el suelo no está debidamente acondicionado.
Se han llevado a cabo estudios que han demostrado que los árboles de hoja perenne son más competitivos que los caducifolios en ambientes con altas concentraciones de CO2, por lo que ante un aumento generalizado de este gas en la atmósfera, la expansión de bosques de árboles de hoja perenne podría reforzarse frente a otros.
Algunas especies de árboles de hoja perenne resultan sencillas de cultivar, debido a su gran resistencia y a la facilidad de trasplantar.
Ejemplos de árboles de hoja perenne
Entre las especies más comunes de árboles de hoja perenne se encuentran la Acacia baileyana (mimosa), el Quercus suber (alcornoque), Cupressus sempervirens (ciprés), Olea europea (olivo) y Ceratonia siliqua (algarrobo).
En el caso de la Acacia baileyana o mimosa, se trata de un árbol muy llamativo, originario del sureste de Australia, aunque actualmente hay una variedad de ejemplares introducidos en otras partes del mundo, entre las cuales se incluye el sur de África, Nueva Zelanda y suroeste de Estados Unidos. Suele cultivarse en parques y jardines con un propósito decorativo y ornamental. Se trata de un árbol perenne que puede crecer en forma de arbusto o como árbol pequeño y que por lo general no sobrepasa los 10 metros de alto.
Sus hojas compuestas (bipinnadas) casi no tienen tallos, varían de un color gris-plata a gris-azulado. Posee flores de color amarillo, organizadas en cúmulos alargados. Por lo general, el proceso de floración ocurre a finales del invierno e inicio de la primavera y puede llegar a durar hasta principios del verano en climas más fríos. La fruta está representada por una vaina alargada, plana, sin pelo, recta o ligeramente curvada que va mostrando un color marrón-rojizo a medida que madura. La semilla tiene una cubierta dura y una estructura carnosa adherida a ella. Normalmente la semilla es liberada de la vaina de manera explosiva, y tiende a acumularse en el suelo y germinar fácilmente, aunque también puede ser transportada por el viento o a través de insectos hacia lugares más alejados del árbol padre. Para poder germinar y tener un buen crecimiento y desarrollo, requerirá un suelo bien drenado y abundante luz solar.
Otro ejemplo de árbol perennifolio es el Quercus suber o alcornoque, caracterizado por ser un árbol de crecimiento lento y de larga vida, llegando en ocasiones a alcanzar los 250 años de edad. Es muy popular hoy en día ya que su corteza se utiliza para fabricar los tapones de las botellas de vino. Se limita a las zonas costeras del sudoeste de Europa y noroeste de África, incluida, Francia, España, Argelia, Marruecos, Túnez y las islas de Cerdeña, Córcega y Sicilia. Es un árbol que crece mejor con inviernos fríos y húmedos y veranos calurosos. Posee ramas bajas y retorcidas, además de una corteza gruesa (corcho). Sus hojas verdes tienen lóbulos espinosos, con márgenes a menudo curvados hacia abajo. Produce frutos conocidos como bellotas. Es un árbol monoico, polinizado principalmente por el viento. Para crecer requiere una temperatura media anual suave y suelos arenosos ligeramente estructurados.
Bibliografía
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