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¿Qué se entiende por desertización?
La desertización es definida como el fenómeno por el cual un suelo cambia sus condiciones iniciales y termina por degradarse, lo que conlleva a la pérdida de características estructurales, físicas, químicas y biológicas y por lo tanto a perder su equilibrio hasta llegar a convertirse en un suelo desértico sin capacidades regenerativas.
Dicho fenómeno puede ser producto de causas naturales o estar influenciado por las actividades desarrolladas por el ser humano, y dependiendo del punto de vista, algunos autores utilizan el término desertización solo para referirse al primer caso, mientras que otros, emplean la palabra “desertificación” al proceso degradativo del suelo que es efectuado por causas antropogénicas, sin embargo, ambos vocablos también suelen utilizarse como sinónimos y englobar al fenómeno sin distinción de los tipos de causas que lo ocasionan.
La desertificación puede afectar de manera más acentuada a las zonas con climas áridos y secos, o aquellas donde los periodos de sequía son más extensos. Actualmente es un problema grave que ha sido observado en varios lugares del mundo, que ha originado grandes expansiones de desiertos como por ejemplo el desierto del Sahara, con consecuencias drásticas para la biodiversidad, la economía y el medio ambiente, además genera grandes cambios climáticos en las zonas donde se produce.
El continente africano es la región del mundo que es porcentualmente más golpeada por la desertización y que sufre con sus consecuencias, ya que las zonas desérticas ocupan más de la mitad del territorio, específicamente las dos terceras partes.
Causas de la desertización
Como se mencionó anteriormente las causas de la desertización pueden ser variadas y estar englobadas tanto dentro de los fenómenos naturales propios de la tierra, como aquellos que se derivan de la intervención del ser humano.
Causas naturales
En el caso de los factores naturales se pueden mencionar los astronómicos, geomorfológicos y dinámicos, entre ellos tenemos a los movimientos de las placas tectónicas, el relieve, las características estructurales de suelos (propiedades físicas y químicas), así como el estado de la vegetación que naturalmente ocupa dicho espacio. Además de los factores enumerados, el clima también es causante de desertización, ya que por medio de las lluvias, vientos, radiaciones solares, heladas, sequías se puede acelerar el proceso de degradación del suelo.
Causas antropogénicas
Entre las causas antropogénicas que ocasionan el proceso de desertización se encuentran: la sobreexplotación y el mal manejo de los recursos hídricos, las técnicas de cultivo utilizadas, el sobrepastoreo, la deforestación, los incendios y la presión urbanística. El mal manejo de los recursos hídricos puede generar, dependiendo del tipo de suelo, cambios estructurales en los mismos que aceleren los procesos de desertización, sobre todo en regiones áridas o semiáridas, la explotación incontrolada de las aguas subterráneas puede favorecer la erosión de los suelos, y los regadíos en algunas zonas pueden ocasionar salinización, tanto de los suelos como de las aguas, que conllevan al abandono de las tierras y posteriormente, por la interacción de otros factores, a la degradación.
El cultivo, dependiendo de la técnica utilizada, también influye en el empobrecimiento de los suelos, alterando sus características físicas y químicas, por ejemplo con la maquinaria agrícola, con la adición de fertilizantes químicos, además la siembra de variedades transgénicas, en algunas ocasiones, puede aumentar el uso de productos tóxicos que ocasionan más daño a los suelos. El sobrepastoreo igualmente influye de manera negativa a la estructura del suelo, además que daña la vegetación del mismo.
La deforestación ocasiona que la productividad biológica de los suelos se vea alterada y se pierda, ya que al talar los árboles, disminuye la circulación del agua de la tierra, puesto que no hay vegetales que realicen su proceso de absorción y retención del vital líquido, y las propiedades de los suelos cambia, lo que ocasiona que se conviertan en más secos y que por lo tanto se dificulte el asentamiento de nuevas especies de plantas.
Los incendios también propician a la deforestación de grandes hectáreas, lo que genera a su vez suelos más pobres, secos, con grandes posibilidades que se produzca en ellos la desertización. La ocupación del suelo para la construcción de inmuebles o carreteras también aumenta su erosión y, por lo tanto, contribuye a la desertización de los mismos.
Así como el clima natural de una determinada zona geográfica puede acelerar el proceso de degradación de los suelos, el cambio climático derivado de las actividades humanas también propicia este fenómeno, al ocasionar aumento de temperaturas y disminución de precipitaciones, agravar los períodos de sequía y también puede aumentar los incendios.
Consecuencias más relevantes
Las consecuencias de la desertización son negativas para el ser humano, inicialmente los suelos se vuelven más vulnerables a la erosión, ocurre una reducción del nivel de las capas freáticas, empobrecimiento químico, lo que propicia cambios en las condiciones ambientales y una menor regeneración de las especies vegetales y, por lo tanto, genera un fuerte impacto ambiental, social, económico y político.
La desertización se traduce en grandes pérdidas agrícolas que van acompañadas de inseguridad alimentaria, aumento del hambre y de la pobreza, aparte de que propicia el desplazamiento de poblaciones hacia zonas aledañas que condicionen mejor calidad de vida. A nivel climático puede ocasionar grandes catástrofes, incluso a nivel político puede llegar a inducir conflictos de guerra.
Autores consultados
- Del Valle, H. (2010)
- Glazouvsky, N.; Shestakov, A. (1995)
- Pérez, M. (1991)
- Pulido, A. (2000)
- Rivasplata, P. (2012)
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